A
Unai y Marcos.
La
vida despliega
su
ventura diáfana
en
estos dos,
desbocados
infantes.
Atados
al porvenir,
su hercúlea luz
nos
acaricia el alma,
con
sus grandes manos.
Son
la continuidad
de
una estirpe legendaria,
la
señal viva,
la
aguda espada,
de
la humanidad.
Son
el limpio firmamento,
son
el zafarrancho de combate,
de
la futura quimera.
El
sol enraíza sus miradas,
en
sus pupilas claras
el
astro rey
escribe
con su pluma amarilla,
el
esplendor de un nuevo amanecer.
Y
ahora mis versos entonan
el
viejo poema
de
una conocida ilusión.
Asomándose
a lo que serán,
arrojándose
al abismo de la esperanza.
Son maravillosas tus palabras, tienes un gran don, felicidades. Besitos.
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Muchas Gracias María.
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