martes, 26 de febrero de 2013

OJOS DE FUEGO

Las ranas dejaron de croar,
enmudeció el cantar
de los pájaros.

Los tétricos sonidos
retumbaban en el fondo
del denso bosque,
lúgubres, aciagos, sombríos,
era como si el tiempo feliz
de los hombres agonizara.

Por fin había comprendido
que a veces el terror
paraliza tu ser
que todo se vuelve horror,
escalofriante escena
del funesto día.

Que todos han de tener
ese día amargo
enfrente de sus aciagos ojos.

Ese día que ahora es el mío,
encuentro con la efigie del mal...

Y entiendo que es tiempo
de correr, sólo de correr,
Y corro.
...Y sigo corriendo
entre un hedor
de cuerpos calcinados,
cadáveres corruptos.

Y corro,
sin mirar atrás,
sintiendo su aliento
cada vez más cerca
más próximo.

Y corro con un empuje
prodigioso, genésico.

Quebrándome. ¡Desmesurado dolor!
Y caigo rompiéndome la tez.
Y sangro, caudal rojo,
que se vierte en la tierra...

Entonces reúno todos
mis bellos recuerdos
como muda película en mi alma.
Abrazándome
a la atroz calavera
de mi destino.

Mientras tanto...

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