sábado, 11 de agosto de 2012

EL ECUATORIANO

Callejón Interandino,
guayaquileño,
aunque de adopción madrileño.

En el hálito de su palabra
adorna el desparpajo,
por donde brota a veces
un trozo de alma, esclava,
de los ecos de su Ecuador.

Vivo, despejado, ameno,
luminoso, algo engreído,
el ecuatoriano,
viendo los días pasar
se hace prisionero
de los cálidos sueños,
esos que son una estela,
un haz de luz,
que te llevan a la sorpresa.

Cuando camine con él,
ya estaba yo sepultado.

Irónico el verso,
brama el tiempo.

Desde mi corazón
tiendo una estrella
hacia un brazo amigo.

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