Cuando llega la noche
no lo puedo remediar
se me agarran las vivencias,
y disuelvo entre los recuerdos
aquellos que me hicieron sonreír.
Y contemplo la huella adorable
de tu porte, tus dorados rizos,
la belleza de tu tez…
El pincel de la vida
trabajo con ahínco
en tu fervorosa figura.
Sucede que a tu lado
un rumor de alegría y júbilo
se alza en los confines
del trozo de vida
que nos ha tocado.
Inocente eres,
como cuadro de Leonardo,
destinado a ser un hombre
esculpido en la leyenda.
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