El zafio de la Alcarria
toma siempre la forma de la hiel
que le mantiene.
Es oscuro, tibio, siniestro
se pliega ante la sabiduría
y anida en la sombra fría.
Es el ruido de la basura incinerada
el sonido de su voz cuadriculada.
Es el pináculo que lame el sudor
de los que luchan
antes de hundirse en la nada.
Es la palabra que escupe
un tartamudo nazi, entrecortada.
Y el silencio que sepulta voluntades…
Es todo eso y más,
bordea el trabajo,
separa alternativamente
el tesón, la constancia, la obstinación,
con una llaga que no deja de sangrar.
Entonces llega la noche
y como un náufrago
se precipita a la isla solitaria
de su hogar,
donde se convierte
en los puntos suspensivos
(...)
donde vive la mierda.
¡Boñiga de la Alcarria!
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