Y era tu nombre saciado
en las lágrimas
de mi corazón.
Y era tu nombre como
una gran sonrisa
que les diera la utopía,
como la rueda de la fantasía.
Y era tu nombre alimento
de mi cansada esperanza,
mirada de mis agotados ojos,
resurrección de aquel jardín
de los bienaventurados.
Y era tu nombre blanco
como mi maldito destino,
como los adioses que se ponen
azules en el lejano letargo.
Y era tu nombre como una tarde
solitaria de rosas amarillas,
dulce, encarnada, sedosa,
como un beso en tu mejilla.
Y era tu nombre albergue
del ave fénix,
crepúsculo largo de mi estancia.
Y era tu nombre como un silbido,
como un murmullo
de infinita gracia.
Como el grito del silencio,
coma la balada tierna en mi funeral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario