Anduve tranquilo, sosegado,
por senderos de piedras,
en el temor, sabiendo,
que un enigma de amor
palpitaba por mí.
Anduve calmo, moderado,
observando el rastro,
del nombre que no sabia,
de la imagen que no veía,
del aliento que no sentía.
Anduve plácido, reposado,
bajo tanto sigilo,
que las palabras tiernas
de ese enigma de amor
se escabulleron…
Sin fuerzas,
para nacer de ti, mi amor.
Huérfano de valentía,
paria de la desazón.
grumete de la apatía
dalit de la aflicción
Anduve sereno, descansado,
por las esquinas de la vida,
por los pliegues sinuosos
de la locura,
anhelando en mi alma,
el velo de tu voz,
la hoguera ardiente,
de tu mirada,
abrazo postrero.
0:00 la hora de mi vida...
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