ÉL: Son seguramente,
los días más felices de mi vida,
y no es de extrañar,
puesto que a tu lado,
mi reina, todo ha sido,
un continuo descubrimiento.
Para empezar, tu mirada,
tu sabiduría, tu belleza,
el sueño de mi juventud
hecho realidad.
ELLA: Lo primero
es este dilatar
de la felicidad, casi de ensueño.
Y la especifica armonía
de tus caricias,
acercándome sentidos
lejanos, desconocidos,
sensaciones perfumadas
de eternidad.
ÉL Y
ELLA: Y nuestro amor
adquiere dimensiones bíblicas,
un amor que nunca falla,
inmenso, tierno, imponente,
como un verso de Quevedo.
Y juntos nos asomamos,
al porvenir, viéndonos,
ancianos emparejados.
Como escribio el maestro Quevedo:
ResponderEliminar...Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.