Eran tres.
Bien recordamos sus caras.
Los que nos enseñaban.
Adentro de sus palabras
hay un traje granate,
hay un océano amargo,
hay un cordial corazón.
Eran tres.
Sus voces corroen
nuestro permafrost
que rasga entre
la sed de conocimiento
y las neuronas
que buscan alimento.
Eran tres.
He aquí que comienza
el atronar de la docencia,
el percutir de las palabras,
el compás de las risas,
el talar de confusión,
que construyen castillos futuros.
Eran tres.
Éramos el dulce sembrado
de sierras españolas.
Presente y futuro
llenos de violetas deseos.
La escuadra deslumbrante,
un tango, un bolero, sin sorpresa.
Eran tres.
En vano amenazas desempleo.
Cerrar la boca al desaliento
y poner fin al hastío,
a la inerte inactividad,
con lo aprendido
es nuestro cometido.
Bueno creo que ahora esta bien hecho,me parece muy bonito y creo que si yo fuese profesora me alagaría mucho tu poema.
ResponderEliminarGracias amiga
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