Anduve tranquilo
por senderos de piedras
sabiendo
que un enigma de amor
palpitaba lejano sin mí.
Pensando sereno,
impertérrito, imperturbable,
en palabras tiernas, delicadas,
de mí anhelo por ti.
Se escabullían,
entre ruina y vacío.
Se escurrían
entre mis pensamientos…
Y me esfuerzo,
y nado, braceo por ellos,
hacia ti. Siempre hacia ti.
No encuentro las fuerzas
para emanar de mí.
Y de pronto veo en el horizonte,
tus mirada fulgurar,
arrebatando el velo de la desazón.
Y entonces entiendo
que quiero arder
eternamente
en la hoguera azulada
de tu cuerpo.
Aventurarme estoico,
en el bosque mágico,
en la oquedad infinita,
en la caligrafía artística,
de tu escandalosa belleza.
Y entonces entiendo
que no me importa
ser un paria, un emigrante,
en el sueño de tu amor.
Huérfano del mundo,
pero grumete
de tu querer.
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