Bien sabes
que no me gustan
tus mentiras.
Estas apagan
tristemente,
el fuego de la pasión.
Y después
el dolor
definitivamente
comparece
en mi corazón.
Lágrimas
que me llevan
a morir.
Y ahora me coloco
en el colchón mugriento
de la melancolía,
anhelando olvidar
la espesura de tu fingir.
Dame la mano,
sí, ¡levántame!
y, llévame contigo
a la tierra removida
del amor.
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